Lydia y Javi son de esas personas que te hacen sentir cómodo desde el primer momento. Siempre tienen una sonrisa en la boca. Y aunque el día de su boda no amaneció muy soleado, es más, llovió durante largo rato, se mantuvieron optimistas y todo salió bien.
Los padres de Javi fueron muy colaboradores y no dudaron en posar junto a él en un montón de fotos que se nos iban ocurriendo.
Lydia charlaba tranquila con la maquilladora. Terminaba de prepararse con la ayuda de su madre y su hermana. Todas permanecían muy atentas a la colocación del velo, quizá la parte más delicada.
Lydia entró en la iglesia junto a su padre ante la atenta mirada de todos los asistentes. Un precioso paseo que emocionó a los asistentes. Todo estaba listo para comenzar.
Tras la ceremonia y después de que todos los asistentes hubiesen salido de la iglesia, los novios hacían el recorrido inverso ya con una expresión mucho más relajada. Me encantan estos momentos tan cómplices y naturales. No sabían la que les esperaba fuera..
Tuvimos muchas dudas respecto al lugar en el que hacer el posado. Teníamos pensados diferentes sitios, bien junto a la iglesia o en las inmediaciones de la finca. Finalmente optamos por usar exteriores e interiores combinando ambos espacios. Y lo hicimos antes del cocktal en el tránsito en que los invitados se desplazaban de un lugar al otro.
Y tras el posado una divertida entrada en la finca amenizó a los invitados. Un toque desenfadado en las bodas siempre es una buena opción. Todos los móviles apuntaban a los novios que disfrutaban del momento.
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